Estoy haciendo cuarentena, aislamiento social o distanciamiento, desde el 15 de marzo. Días extraños para todos.
Una de las cosas más difíciles para mi ha sido la pérdida de intimidad y me refiero a la intimidad más personal, la conmigo misma, con mis pensamientos y mis divagaciones. Una forma de enfocarme para adentro ha sido mantener un diario de collages. Todos los días me desconecto un rato en un desorden brutal de recortes y papelitos y hago un collage.
Nunca había hecho collages, lo había intentado sin lograrlo. El punto es que estaba mal enfocada. El collage básico, primitivo por así decirlo, consiste en observar y conectar sin saber dónde vas a llegar. Más que un ejercido estético o ilustrativo es un ejercicio creativo que puede tener resultados muy estéticos pero ese no es el fin último.
La limitación de recursos en cuanto a la disponibilidad de imágenes, colores, escalas obligan a observar desprejuiciadamente, buscando encontrar alguna conexión, un click.
Otra parte muy bonita es el juego, cuando va encaminado y pruebas diferentes detalles que van cambiando el tono total, es como cambiar de música.
Desde el 25 de marzo he hecho un collage diario. Llevo 4 semanas, 28 collages, vamos a ver cuantos serán en total.
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